La mayoría de las madres, nos referimos erróneamente a la participación del padre en la crianza de nuestros hijos como “ayuda”, cuando realmente esto significa que está ejerciendo como debe su paternidad, asumiendo la responsabilidad que ha de ser compartida en un 50 y 50, puesto que es tanto suya como nuestra, nunca la carga debe ser más para uno que para el otro.
Partiendo de este principio, existe un
tipo de ayuda que toda madre, esposa y mujer también necesita; es verdad que
cuando el padre llega a casa del trabajo y se encarga del bebé nos sentimos
descansadas, que cuando lava los platos sucios y ordena la ropa que tenemos
pendiente sobre el sofá nos aligera la carga, sin embargo algunos desconocen
que también se ayuda apoyando y entendiendo, que eso espanta los fantasmas que
a veces agobian a quienes somos madres, especialmente a las que nos quedamos en
casa, porque no existe nada que nos haga sentir mejor que el padre de nuestros
hijos nos diga “lo estás haciendo bien” aun cuando ha sido testigo de las
tantas veces que nos hemos equivocado, no hay nada más valioso que nos haga
saber lo bella que somos, aun cuando no nos ha dado tiempo ni de peinarnos por
estar pendiente del bebé y de las cosas de la casa, existen muchas maneras de
ayudar a la que es la madre de tus hijos, escuchando y comprendiendo que no por
ser madre, debe dejar de lado sus sueños y metas personales. Esa ayuda es tan
fundamental como cualquier otra. Particularmente, tengo días de locura que de
verdad no me da tiempo de nada y cuando el papá de Rodrigo me dice cosas como
“Estás muy bella”, “Ese color de cabello se te ve muy bien”, “Te felicito
por...”, “Eres una gran esposa y madre”, no imagina lo mucho que me ayuda y lo
bien que me hace sentir con eso. A veces, una pequeña frase puede cambiar por
completo un mal día.
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