Desde que entramos en el mundo de la maternidad experimentamos todo tipo de sentimientos, siendo la culpa, uno de ellos, nos sentimos culpables por el tetero de fórmula que le dimos al bebé, por haber permitido que se acostumbrara al chupón (aun cuando todos nos decían lo perjudicial que era).
Nos sentimos culpables por haberle lavado el cabello de noche y que se resfriara, porque se cayó de la cama y hasta porque otros nos hacen sentir así; en fin, si de algo me he dado cuenta es de que la culpa no es la mejor compañera en este viaje, es como tener una gota cayendo cada minuto sobre tu cabeza. El día de ayer dejé a Rodrigo jugando en su corral pues tenía una urgencia (ya se deben imaginar cual) y le puse una caja con sus juguetes, no sé cómo no pensé que se podía comer la caja, pues exactamente eso fue lo que hizo, se comió un buen pedazo y me asusté mucho, llamé a medio mundo y aunque nadie me cuestionó por lo sucedido, yo sí lo hice.
Es cierto, los accidentes pasan pero nos cuesta perdonarnos cuando nos equivocamos y eso no es sano. Rodrigo está en una etapa difícil todo se lo lleva a la boca y aunque trato de estar pendiente al 100% a veces sin darme cuenta, las cosas pasan en un segundo. La maternidad día a día nos muestra su lado dulce y su lado amargo, pero es importante no oír a quienes nos quieran hacer sentir culpables y saber perdonarnos para poder seguir de pie, de lo contrario estaremos construyendo nuestra propia cárcel, ¿Ustedes también se han sentido culpables?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario