Desde que nos convertimos en padres sobre todo cuando somos primerizos, es muy típico que nos "obsesionemos" con los cuidados del bebé, desde que nace es como si todo girara a su alrededor y nos olvidamos de otras cosas que también son importantes. La vida como pareja cambia con la llegada de lo hijos, ya no hay tanto tiempo como antes para una salida, una cena o para tener intimidad "sin interrupciones". Sin embargo la clave está en ingeniárselas, debemos mantener un equilibrio; las mujeres tendemos a entregarnos por completo a la maternidad y hacemos a un lado los detalles y las atenciones que nuestro esposo necesita tanto como nosotras, el amor no puede perderse entre pañales y biberones.
Particularmente, con la llegada de Rodrigo he tratado de no olvidar que también soy mujer y esposa, siempre como pareja tratamos de buscar en nuestra rutina de padres un tiempo para nosotros, mientras el peque duerme por ejemplo, vemos una película juntos así sea un lunes en la noche, entre otras cosas (ya saben), aunque practicamos colecho, la intimidad no tiene por qué cambiar. Recordemos que no por estar casados, debemos dar todo por sentado, el amor requiere de cuidados y atención, la vida de pareja es tan importante como la vida de padres. Lo mejor de todo, es que nuestros hijos crecerán viendo no solo a unos padres que le aman y cuidan, sino que también se aman el uno al otro, la mejor manera de enseñar es dando el ejemplo, y qué mejor para un niño que ver a unos padres que se aman y no solo a una pareja que vive junta de forma rutinaria.
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